miércoles, 23 de septiembre de 2015

Lola Roca LXXXVII

Le pesan los parpados y hasta las legañas. Relee una vez más su vida laboral recién salida de ese incompetente gestor.
Lola Roca recuerda que le decían muchas cosas respecto a su futuro profesional...
Termina el instituto, le decían.
Termina la carrera, le decían.
Sigue formándote, le decían.
Este curso te abrirá puertas, le decían.
Le costaron casi cuatro páginas completas de curriculum vitae darse cuenta que jamás encontraría un trabajo digno si Lola Roca seguía entendiendo la dignidad bajo el mismo paradigma ético, filosófico y socio-cultural que manejaba.
Así que Lola Roca ha repartido periódicos de madrugada, ha limpiado cacas, secado babas y cambiado pañales (de culos y bocas adultas). Lola Roca ha repuesto estanterías, ha captado socixs a pie de calle, ha sido azafata en palacios deportivos, ha limpiado asambleas locales e incluso ha grabado libros en audio.
Lola Roca es todo terreno, no se lo puede negar nadie.
Las precariedades de la vida la llevaron a poner copas, pero no a aguantar abusos.
Lola Roca decide echar a andar aferrándose a ese despido como excusa para cerrar etapa, Lola Roca está dispuesta a todo para poder vivir del arte.
La utopía de la dignidad laboral es tema aparte.
Lola Roca saltó la valla, sacó los pies del tiesto, salió de la barra, rompió las reglas, pisó los no se puede, los imposibles y los "eso no funcionará".
El conformismo, acomodación y los "es que es esto es lo que hay" se los pasa por su propio arco del triunfo.
Tira de la cisterna.
El horizonte diáfano igual que el picante en las comidas, o el dolor de las dilataciones, le hace sentir viva, más viva que nunca, como siempre.
Lola Roca parpadea replanteándose cuál será su siguiente ocupación vital.
La inestabilidad laboral es consecuencia de esa crisis... económica, no de identidad.
Berlín, Alemania, febrero 2014.



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