miércoles, 30 de septiembre de 2015

Lola Roca LXXXVIII

Lola Roca es de pueblo emigrada a la ciudad, ya no podía más. Alimentó durante toda su infancia, preadolescencia, adolescencia y primera madurez a toda  alma sedienta de vida ajena de una población de unxs tres mil ciudadanxs.
Lola Roca se fue fuera, todxs sabían que para volver nada más que para bodas, bautizos, entierros y comuniones y alguna que otra fiesta de guardar, pero se fue.
Muy tiesa ella.
Lola Roca se fue dejando sin palabras a todo el mundo al que tanto había dado que hablar.
A Lola Roca le siguen saliendo cosas de ser de pueblo por muchos años que lleve en la ciudad y por muy urbanita que se crea. Así, Lola Roca se infla los carrillos cual hámster enjaulado frente al comedero en todas las inauguraciones, alternando el canapé con el sorbo a la copa de vino, casi de manera compulsiva. 
Lola Roca es una diva genia mutante de su ciudad. La invitan a muchas inauguraciones, ojalá pudiera ir a todas.
Lola Roca tiene una visión del mundo tan multidimensional que no le caben más facetas debajo de la gorra.
Lola Roca tiene un escenario, ahí vive de alquiler porque es un alma errante. Comparte casa con una mascota políglota y muchas vecinas locas del coño.
Lola Roca tiene un trabajo asalariado y otro vocacional, por eso tiene muchas gorras distintas, una para cada fiesta.
Lola Roca no tiene paredes, tiene murales, collages y todo lo que pueda fijar al gotelé para que no se le vean los muros de carga.
Lola Roca tiene los pilares muy bien puestos.
Lola Roca ve toda superficie y espacio digno de arte por eso monta homenajes a Pedro Almodóvar en todo wc que puede.
Es ver a Lola Roca y tener ganas de que te mire con esos ojos curiosos que tiene, porque su visión del mundo traspasa, transgrede y te hace sentir.

Lola Roca precursora, pionera, loca y valienta. 
Arte. 
Oranienstrasse, Berlín, Alemania. Febrero 2014.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Lola Roca LXXXVII

Le pesan los parpados y hasta las legañas. Relee una vez más su vida laboral recién salida de ese incompetente gestor.
Lola Roca recuerda que le decían muchas cosas respecto a su futuro profesional...
Termina el instituto, le decían.
Termina la carrera, le decían.
Sigue formándote, le decían.
Este curso te abrirá puertas, le decían.
Le costaron casi cuatro páginas completas de curriculum vitae darse cuenta que jamás encontraría un trabajo digno si Lola Roca seguía entendiendo la dignidad bajo el mismo paradigma ético, filosófico y socio-cultural que manejaba.
Así que Lola Roca ha repartido periódicos de madrugada, ha limpiado cacas, secado babas y cambiado pañales (de culos y bocas adultas). Lola Roca ha repuesto estanterías, ha captado socixs a pie de calle, ha sido azafata en palacios deportivos, ha limpiado asambleas locales e incluso ha grabado libros en audio.
Lola Roca es todo terreno, no se lo puede negar nadie.
Las precariedades de la vida la llevaron a poner copas, pero no a aguantar abusos.
Lola Roca decide echar a andar aferrándose a ese despido como excusa para cerrar etapa, Lola Roca está dispuesta a todo para poder vivir del arte.
La utopía de la dignidad laboral es tema aparte.
Lola Roca saltó la valla, sacó los pies del tiesto, salió de la barra, rompió las reglas, pisó los no se puede, los imposibles y los "eso no funcionará".
El conformismo, acomodación y los "es que es esto es lo que hay" se los pasa por su propio arco del triunfo.
Tira de la cisterna.
El horizonte diáfano igual que el picante en las comidas, o el dolor de las dilataciones, le hace sentir viva, más viva que nunca, como siempre.
Lola Roca parpadea replanteándose cuál será su siguiente ocupación vital.
La inestabilidad laboral es consecuencia de esa crisis... económica, no de identidad.
Berlín, Alemania, febrero 2014.



martes, 8 de septiembre de 2015

Lola Roca LXXXVI

Lola Roca aprendió que en la ciudad también hay libélulas cuando huía del campo. Se acabó ese amor y se tuvo que exiliar forzosamente al anonimato urbanita otra vez.
Se fue topando de bruces con representaciones de tan particular insecto por cada calle y por cualquier acera. No le quedo otra que asumir que el recuerdo de aquel verano la perseguiría para siempre.
Aunque Lola Roca sabe que jamás volverá a hacer el amor sobre ese lecho de sombra de higuera, se siente afortunada porque hay quien no experimenta en toda su vida la intensidad de amar sobre verde.
Lola Roca consigue transportarse de la nostalgia estival más abrumadora a su presente urbanita gracias a que la ciudad la quiere mucho y no deja de estimularla ni de masajearle los pies.
Lola Roca, pese a sus pesares, es una mujer con suerte.
Continuamente, su contexto urbano se esfuerza en tenerla entretenida. çLa ciudad le pega codazos a su melancolía de cielos estrellados y menstruaciones conectada a las estrellas.
Paseándose por esos cielos Lola Roca, las noches de luces artificiales tras su estor, consigue dormirse pensando en eso, porque su sangre de divinidad fémina regó aquel terreno.
Las noches de insomnio en las que está menos romántica se masturba hasta quedarse frita.
A lo mejor una planta crece gracias a su esencia, piensa y suspira.
Lola Roca siente algo de rabia por tener que madrugar y haber tenido que dejar de guiarse por los horarios de la luz natural.
Intenta despegarse de la negatividad reacostumbrándose a dormir sola y de nuevo tapada.
Se agarra a la ciudad como cualquier naufraga sentimental al kínder o al clavo ardiendo.


Patio del Alcázar de Toledo, julio 2015.





jueves, 3 de septiembre de 2015

Lola Roca LXXXV

A Lola Roca se le meten muchas cosas entre ceja y ceja, por eso, suele tener siempre el ceño fruncido.

Se define como perseverante porque se sabe cabezona.

Es de las personas que te mira y te traspasa, cuesta mantenerle la mirada porque tú puedes estar contándole lo que sea que ella estará adivinando la razón de tus ojeras.

Si saber escudriñar por la mirada fuese un trabajo Lola Roca sería tribunal en las todas las oposiciones.

Lola Roca no te juzga, ya sabe la verdad antes de llegar a ningún veredicto. Puede ser debido a eso, a que lo sabe todo de un vistazo, que se aburre con facilidad en las reuniones sociales.

Lola Roca vivía en la búsqueda imparable de un corazón que no sintiera por mucho que vieran sus ojos. Se equivocaba, se dio cuenta en un abrir y cerrar de ojos.

Cansada de intentar darle la vuelta a ese refrán, viendo y sintiéndolo todo, Lola Roca intenta cambiar su perspectiva.

Se le hinchan los tobillos si pasa muchas horas de pie pero a sus casi cuarenta años aprendió a hacer el pino.

Ella, que sonríe, e incluso canta por los ojos, observa su vida patas arriba, por fin, soltando lastre y no haciendo lo que no quiere hacer.

Lola Roca entorna los ojos y va subiendo de nivel, mirando, viendo y observando todo su sentir.