Lola Roca sufre de una sensibilidad desbordante que la
acompaña como su sombra, desde siempre y para siempre. A veces, le aporta luz, otras no, pero ya no es insoportable,
Ha intentado esconderse, huir a extraños páramos de no
sentir nada… pero es incapaz. Lola Roca volvía a golpearse con las mismas rejas.
Harta de lucharse, comenzó un trabajo de aceptación y
aprendizaje.
Así, Lola Roca buscando grupos de iguales en vez de salidas
de emergencia consigue que la hagan volar en noches de ensayo.
Lola Roca es de ceras pastel, shows emocionales que se
cuecen en Puchero* y por supuesto, ella es de papel y lápiz en mano, como
descubrió en la otra punta del mundo, cuando más al sur no podía estar.
Por fin, Lola Roca se permite tener las manos y la boca libres,
así da bocados y manotazos cuando le viene en gana, como le da la gana y a
quien le da la gana.
Lola Roca siempre quiso ser artista, desde pequeña, pero su
familia lo dejó en cosas de cría. Por eso, la apuntaron a una academia de
inglés en vez de a una de expresión corporal. Con esas paradojas se forjó Lola Roca.
Como le cuesta llorar
hay épocas de su vida en que le salen ronchas, le brota por toda su piel un escozor insoportable, síntoma de una ansiedad mal gestionada o de unos
nervios desbocados.
Lola Roca necesita agua salada porque no sabe si tiene sarna
o este nuevo escozor es señal de un enamoramiento que se le ha personificado con pestañas rectas o ambas cosas.
Lola Roca duerme menos de lo que debería pero hacer el amor y el arte trasnochando alimenta más que el miedo a estar demasiado cansada en su diaria jornada
laboral.
Ni el arte ni el amor le dan aún de comer pero tiene el alma
sobrealimentada. Y es que, como los picores a Lola Roca se le escapan las ganas por todos los poros.
Amor, arte y gratitud. A todas las personas que confían en mí.
Muro de Berlín, febrero 2014, Alemania. |
*Puchero.-Villa Puchero Factory, síguenos FB e Instagram: VILLAPUCHEROFACTORY
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