jueves, 14 de mayo de 2015

Lola Roca LXXVIII

 
A Lola Roca se le caen las persianas.
Lola Roca sufre de sueño inducido constante. Aprovecha cualquier momento para evadirse,vive con el cansancio en el pecho enredado en sus costillas.
La nebulosa que lleva prendida en el pelo se le posa en los ojos como un flequillo demasiado largo. Por eso, Lola Roca vive muchos ratos difuminada.
Dicen que Lola Roca antes insultaba sin ton ni son, en voz alta y sin discriminar a quién, dónde, cómo y porqué. Dicen que es que estaba desquiciada. Ahora, Lola Roca, lejos de aquel desquicie, tiene todos sus quicios dentro, clavados tan profundo que le separa un abismo blanco de la realidad.
Lola Roca toma medicación de caballo para que sus riendas no estén sueltas. Lola Roca no puede galopar y de vez en cuando se ensoña en un parpadeo. Hay ratos en clase en los que tiene que luchar para mantener los ojos abiertos.
Lola Roca está domada a base de soledad y fármacos, se autodefine como de naturaleza triste porque se ve con la mirada muy perdida...ahí, lejos...en su neblina.
Lola Roca tiene que reaprender a sonreir lidiando con las benzodiazepinas porque su medicación la ha traído aquí para quedarse.
Lola Roca vive entre algodones que quiere rasgar con sus cuchillos porque extraña lo cortante de la vida.
A ella le gusta lo visceral, la sangre, los fluidos y a través de su particular nieblina envolvente no le llega bien el olor a vida y a muerte.
 
Lola Roca es parca en palabras porque está devorada por la anulación y la somnolencia mental. Se siente vacía, blanca y blanda, como la conversación de un ascensor, aunque no sabría definirse
 
 

Casa de Arjun Tiwari, Nepal, mayo 2015. #PrayForNepal

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