A
Lola Roca se le caen las persianas.
Lola
Roca sufre de sueño inducido constante. Aprovecha cualquier momento para
evadirse,vive con el cansancio en el pecho enredado en sus costillas.
La
nebulosa que lleva prendida en el pelo se le posa en los ojos como un flequillo
demasiado largo. Por eso, Lola Roca vive muchos ratos difuminada.
Dicen
que Lola Roca antes insultaba sin ton ni son, en voz alta y sin discriminar a
quién, dónde, cómo y porqué. Dicen que es que estaba desquiciada. Ahora, Lola
Roca, lejos de aquel desquicie, tiene todos sus quicios dentro, clavados tan
profundo que le separa un abismo blanco de la realidad.
Lola
Roca toma medicación de caballo para que sus riendas no estén sueltas. Lola
Roca no puede galopar y de vez en cuando se ensoña en un parpadeo. Hay ratos en
clase en los que tiene que luchar para mantener los ojos abiertos.
Lola
Roca está domada a base de soledad y fármacos, se autodefine como de naturaleza
triste porque se ve con la mirada muy perdida...ahí, lejos...en su neblina.
Lola
Roca tiene que reaprender a sonreir lidiando con las benzodiazepinas porque su
medicación la ha traído aquí para quedarse.
Lola
Roca vive entre algodones que quiere rasgar con sus cuchillos porque extraña lo
cortante de la vida.
A
ella le gusta lo visceral, la sangre, los fluidos y a través de su particular
nieblina envolvente no le llega bien el olor a vida y a muerte.
Lola Roca
es parca en palabras porque está devorada por la anulación y la somnolencia
mental. Se siente vacía, blanca y blanda, como la conversación de un ascensor,
aunque no sabría definirse
Casa de Arjun Tiwari, Nepal, mayo 2015. #PrayForNepal
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