Lola Roca se
precipita a pozos oscuros durante sus crisis más agudas.
Lola Roca
piensa en ideogramas que no puede explicar en palabras, síntoma agudo de algo que
no encaja. Ella es consciente, inconsciente y preconsciente, todo a la vez.
Lola Roca
trae canciones a su mente como ideas recurrentes cuando la ansiedad se le
desborda en taquicardia. “Duelo de gigantes convierte el aire en gas natural”
tararea para sí misma y se vislumbra en su propia cámara de gas.
Lola Roca
busca ventilarse a pleno pulmón pero la ventana de su habitación sólo se abre
hacia dentro.
Lola Roca
encuentra la calma sólo sola al masturbarse.
Lola Roca se
vomita una vez más estampándose el pijama verde.
Lola Roca
tras otra noche de mal dormir vive el día dentro de su nebulosa, pide la paz
necesaria para divagar arrastrando los pies un día más pasillo arriba, pasillo
abajo.
Le llega más
consuelo efímero en forma de anti-psicóticos y Transiliums, sube la bruma y ella
se deja caer hacia atrás.
Lola Roca en
su mente busca otra canción que la ayude a sumergirse unos cuantos metros más
en su colchón.
Lola Roca
vive en su propia cotidianidad de fármacos, sábanas asépticas y estribillos de
bandas sonoras.
La postración
es una posición ante la vida, como otra cualquiera, con la que quieren
restablecer su salud mental.
Lola Roca
siente el algodón con el que han forrado su cuerpo cuando se baja la dosis, lo
justo como para poder llorar a ratos.
Montes de Málaga, al fondo pueblo blanco. Junio 2014. |
A la Lola
Roca de la planta psiquiátrica del Hospital de Móstoles.
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