Lola Roca LII

A Lola Roca la pesadilla de la anorexia se le ha vuelto a colar en una realidad que parecía estar estructurada. 

Es una adicción el no comer, es su toma de tierra ante tanto descontrol.

Lola Roca ha vuelto a pasar casi una semana a base de tabaco y un sándwich, integral de pavo bajo en sal, al día.

Lola Roca crea su propio sin dios dentro de su impuesta disciplina religiosa.

Lola Roca es de guardar comida en la servilleta y silencio sentada a la mesa ante su particular calvario.

Lola Roca lleva atado al tobillo este grillete desde hace más de una década. 

Lola Roca tan joven, tan brillante, tan autoexigente y con tanto sobresaliente en su expediente, que a su familia, le cuesta asimilar que la inteligencia y la responsabilidad puedan convivir tan compenetradamente en ella.

Lola Roca es una valiente, sus mayores batallas las lidia en su propio ruedo interno, a solas frente a su hambre y la nevera.

Lola Roca continua hacia adelante, a veces más lento de pura debilidad, y a veces, más firme pero aún a rastras no para.

Lola Roca sigue andando esperando que el candado de su mente ceda para deshacerse de su particular lastre, aunque de vez en cuando, se abrace al extremo del grillete buscando ese consuelo efímero, que sólo se encuentra en la saciedad del vicio.

Lola Roca, enferma crónica, ha hecho que vivir del aire por temporadas se normalice en su cotidianidad.

Lola Roca lucha y se esfuerza.

Lola Roca vive un reto todos los días, corazón y caloría.

Lola Roca es la resistencia espartana de querer remontar peso y vuelo.

Laguna de El Tobar, Serranía de Cuenca, Julio 2014.

A todas mis luchadoras espartanas.