jueves, 20 de marzo de 2014

Lola Roca XXXI

Lola Roca durante toda la vida fue educada para alcanzar una falacia, fue educada para "ser normal"... Cuando todxs se dieron cuenta de que eso no iba a pasar, por fin, la dejaron en paz. 
Cuando Lola Roca descubrió toda la mediocridad que envuelve a la palabra "normal", salió corriendo hasta la playa.
Lola Roca dedicó, también mucho tiempo a buscar esa Fé que en casa le metían con embudo y cartabón, terminó su búsqueda cagándose en Dios. 
Su diario bien podría titularse "Memorias y Demonios".
Lola Roca es sorda de nacimiento, cyborg por operación y atea por Nietzsche.
Lola Roca busca su manada, va autofraguando su identidad. Identidad disruptiva con la "normalidad" que a base de horas infantes de logopeda la tuvieron coaccionada.
Con días lectivos de más de nueve horas entre lengua, conocimiento del medio, mates y sesiones infinitas de palabras complementadas, Lola Roca creció. 
Ella creció esforzándose por oír un mundo que no la escuchaba.
Adolescencia, "El grito de la gaviota", lengua de signos, escritura-catarsis, la pintura,... válvulas de escape a tanta soledad que
la dejaban recrearse en su propio ruido.
Lola Roca sale sin pilas en el implante coclear a la calle para gozar mirando el mar. 
Disfruta de su identitaria percepción.
Lola Roca sorda, revolucionaria de vainilla*, valiente, adulta e independiente.

*Referencia a "El grito de la gaviota" de Emmanuelle Laborit
Puesta de Sol de El Chorro, Málaga, noviembre 2013.

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