martes, 3 de noviembre de 2015

Lola Roca XC

Lola Roca moquea bailando alrededor de una silla, en un espacio vacío, abandonado, así se siente, así que se va al rincón, se quita ropa sudada, se queda en tetas frente a la pared y se pone ropa seca.

Ojalá se pudiera quitar la pena como se quita el sudor de encima. Ojalá se pudiera cambiar de piel, se piensa, y acto seguido vuelve a contradecirse, ojalá siempre estuviera en esa piel porque en esas lágrimas que le suben por ese esófago suyo, tan maltratado, sabe que acaba sacando el gusto por vivir.

Lola Roca (se) está trabajando la melancolía y arrastra la suya por la sala, como todo dios arrastra su particular lastre. Ahora tiene detrás a una compañera encalomada en su silla bailando flamenco.

Lola Roca ha encontrado en su pasión por el ritmo su profesión, en sus bailes ancestrales una manera de conciliación entre su ayer y su hoy: enseñando sus restos charrúas y creando tribu en la cuidad de las biznagas y las castañuelas. Vocación de bailarina, que se empodera ante el no se puede donde se siente tan cómoda.

Camaleónica mujer, le salen saltos de liebre ensayando la nueva pieza de calle porque será el conejo blanco al que seguir siempre. Lola Roca expresa sus penas bailando y arrastra su silla hacia delante, ella va la primera en la fila.


Tira sus lágrimas abiertamente al suelo.

Campamento Chileno Parque Nacional de Torres del Paine, Patagonia chilena, diciembre2014.

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