Lola Roca ahorra como una hormiga cantando como las cigarras
mientras trabaja amontonando sus propias migas de pan.
Lola Roca sabe que trabajar hay que trabajar porque a ella
sólo le cayó del cielo esa tonalidad tan especial de sus ojos, pero como los
iris bonitos no cotizan en bolsa, es pobre
de valores bursátiles, pero inmensamente rica en los vitales.
Lola Roca llegó a una ciudad de distintos azules de manera temporal,
hasta que la ciudad le pidió que se quedase a contribuir con otro azul más.
En ese momento supo que había encontrado un nuevo hogar, por
mucho que se empeñe la gente en no entenderla al hablar.
Los ojos de Lola Roca
transmiten el idioma universal, por mucho acento raro que no se le vaya a
quitar jamás.
Lola Roca medita todos los días, cambia vidas de personas
sólo con su vibración, es un alma sabia poderosa, de tez clara y mirada
profunda de ancho mar.
Te habla de otras vidas, de otros mares, de otras energías
sutiles que te ayudan a avanzar aunque Lola Roca de discreta, al principio,
sólo te canturree algo al trabajar.
Fotografía de Ana Mª del Olmo, Toledo, septiembre 2016. |