Lola Roca ha empezado a escribir cartas de agradecimiento y
de perdón.
Le está costando más una cosa que la otra y aún no se ha
atrevido a dedicar ninguna epístola a alguna de sus hermanas, pero está en
ello.
Lola Roca pasa ratos de siesta viendo “Hable con ella”,
siempre ha sido ella muy “almodovariana”, por su profesión, por su nervio y por
sus ataques de nervios…
Ahora, Lola Roca se está entrenando duro.
Se debate entre el maquillar cicatrices o volverlas
luminosas cuando le toca interpretar con la tripa al aire. Así es Lola Roca, al
final, sale al escenario con sus particulares recuerdos hospitalarios rodeados
de purpurina.
Lola Roca se disfruta a sí misma con esas contradicciones
lógicas, aunque nadie de su familia la entienda.
Lola Roca ha llegado a la conclusión de no querer disimular
lo que se ve, desde cicatrices internas a heridas abiertas, va a bocajarro con
la vida. No hay hemorragias que la asusten o la amedrenten. Lola Roca quiere
deshacerse de todas sus postillas y costras.
Lola Roca es una torbellino cuando se sube el telón o la
falda.
A Lola Roca a veces se le olvida lo fuerte que es y se deja
más tiempo del necesario el corazón sumergido en ese stand-by.
Lola Roca da vueltas al binomio cabeza-corazón entre función
y función…como ella late muy consciente se ha puesto a subsanarse.
Lola Roca va a por todas esta vez, por muy profundo que
tenga que escarbarse.
Perito Moreno, Parque de los Glaciares, Argentina, enero 2015. |