jueves, 15 de septiembre de 2016

Lola Roca CI

Lola Roca no sabe expresar otro sentimiento que no sea el de la rabia a través del enfado.

Resulta que ya pasados los cuarenta se ve en una forzada cuarentena medio encerrada en una casa que reconoce como suya, pero que no sabe habitar.

Lola Roca se encuentra incómoda en todo terreno emocional. Es totalmente comprensible si sabes que desde pequeña Lola Roca tuvo que reprimir todo atisbo de vulnerabilidad.

Eso es lo que les pasa a las huérfanas de su familia, que al criarse sin mamá, maduran antes a partir de enterrar todo lo relacionado con la inteligencia emocional.

Pese a todo, ella tiene un aura muy conmovedora aunque Lola Roca no sabe llorar ni de pena, ni de tristeza… se las apaña para sacar cosas a fuera aunque, normalmente, sólo le salen gritos que esconden frustración.

Lo que le pasa a Lola Roca es que tiene miedo a permitirse sentir miedo, tiene miedo a dejarse sentir su sentir porque el sentido de su vida es demasiado turbulento como para destapárselo ahora, por mucho que le abran y le cierren la cabeza, Lola Roca seguirá igual, porque no hay cambio que le haga soltarse de su clavo ardiendo.


Ese clavo es su anclaje a la vida, la que la mantiene colgada en este mundo en el que puedes ser totalmente funcional aún sin saber nada de aquello de la gestión emocional…
Campanario de la iglesia de El Tobar, Cuenca, agosto 2016.

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