Hasta entonces lo de Ley de Dependencia le sonaba a algo relacionado
con el plan Ibarretxe.
Lola Roca andaba por la vida de puntillas hasta que se vio
obligada a arrastrar un pie, sólo un pie, es lo que tienen las hemiplejias…que
te dejan a la mitad incluso para caminar.
Fue toda una toma de tierra para
Lola Roca.
De ese fallo cardiovascular su cuerpo no se ha recuperado
del todo. Lola Roca es tan consciente de que eso no va a pasar jamás, que a
veces, le da la risa floja, y se mea, y a la vez, rompe a llorar.
Lola Roca asume suyo ese traspiés de pasos lánguidos y
sudorosos, que la llevan de un extremo a otro del pasillo.
Lola Roca acepta y, también, medita sobre otra de las cosas que te quita una
hemiplejia: la posibilidad de vivir en un cuarto sin ascensor, eso sí, la hipoteca
no te la divide entre dos, ni te adapta el portal. Pero Lola Roca se sabe con
suerte, con resignación y gratitud aceptó el hogar maternal.
Volver a necesitar
cuidados, ahora lo de la dependencia le encaja en su media cabeza, aún
operativa. Lola Roca de humor negro bromea constantemente sobre mitades.
Lola Roca lo que es vestirse, se sigue vistiendo sola,
tarda 43 minutos de calcetines a diadema los días que está más ágil. Las
duchas son otro cantar.
Lola Roca se
reconcome por dejar de ver barreras en todas
las juntas de las baldosas mal puestas.
Lola Roca sale con tiempo de casa, arrastra el pie y esa
obsesión por la puntualidad tan suya. Hoy tiene cosas que hacer y no quiere que los escalones que pueda
encontrarse en el camino la hagan llegar tarde.
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