Lola Roca se siente algo aturdida tras tantísimas horas de
vuelo.
Tiene en la cabeza, como la resaca de un lejano eco, tantos “te
echaré de menos”, “cuídate mucho”, “agrégame al Skype”,…
Con dos carreras y acercándose a la treintena, Lola Roca, ya
está lista para trabajar de niñera en una zona residencial, a diez mil
kilómetros de su casa… Piensa en su madre, traga saliva y lágrimas. Respira
salado.
¿Quién le iba a decir que acabaría haciendo esto? Lola Roca
está nerviosa, le sudan las manos, esas manos suyas sin uñas…se arranca un
padrastro.
Sigue firme hacia sus planes.
El euro, la recesión,
Merkel, el FMI, los recortes sociales, el paro, Rajoy, la precariedad, la
privatización,…son ahora conceptos abstractos que se desdibujan en su mente,
que no siente como suyos. Parpadea varias veces, “será el jet-lag”, se dice.
Lola Roca acaba de llegar.
Nota como le bombea sangre el corazón en el pecho y en las
sienes.
Se atusa el pelo.
Paso adelante.
Lola Roca es la siguiente en la cola de Extranjería.
Respira hondo.
La fila avanza.
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