Lola Roca doblaba bien la servilleta y cruzaba por los pasos
de cebra ya desde pequeña. Ella solía hacer siempre lo correcto, por eso, la
primera vez le pilló tan de sorpresa ese sopapo. El resto veces siguientes
llegó incluso a barruntárselos.
Lola Roca en su cuerpo tiene cicatrices tan espeluznantes
que no sería capaz de desnudarse jamás delante de otro hombre que no llevase
bata blanca.
A Lola Roca la han dejado ya marcada a fuego, a puñetazo, a tirón de pelo, a insultos, a camisetas de
tirantes rotas y a humillación.
Lola Roca estuvo todo el tiempo que pudo negándose el echar
a andar y dejarle atrás. Pero lo hizo, proclamó un “se acabó” a los cuatro
vientos.
Tras puntos de encuentro, sesiones de psicóloga, órdenes de
alejamiento, olor a uniforme, cuartelillos, coches patrulla…Hoy Lola Roca
descansa en paz.
A la memoria de la asesinada en Torrelaguna (sierra de
Madrid) por violencia machista, en total repulsa hacia este y todos los
crímenes del Femicidio patriarcal.